sin lugar a dudas no me despido por afición.

más bien lo hago por una emergencia que me lleva detrás de la persona que se va, que puede ser ella o incluso yo, no ambos. y sin pensarlo ya extraño el momento que falta ya maldigo por la decisión y quisiera quedarme y que se quedara. se me olvidó esto o aquello que contarle.


eso pienso tras una agónica despedida de semanas.