regocijo infinito, inminente
en las bocas y manos
la noche soñaba disimulando
los ruidos tapados por las persianas de los demás
la excitación de la luna en la piel
y la mirada buscándose sin ver del todo
una despedida dulce
cuyo sabor dura en los dedos
persiste el aroma a guerra
en las sábanas
ahora, sólo el eco en la soledad
de un recuerdo mitológico