despedida insinuada
sin miedo al tiempo impedido
en cambio, es para reírse
viendo cómo la urgencia se marchita
sin que hable la guadaña
las ventanas cerradas contra el cielo
que no se vea
porque no está para nadie
y por dentro arrastran procesiones
fantasmas de cadáveres de duda
que no desencarnan de uno mismo
como el que las mira
viven