beben agua ardiente y comen polillas


arrastran la barbaridad
y el mundo polvoriento les sigue
embajadores de la enfermedad

arden en sus bolsillos el miedo y el asombro
beben agua ardiente y comen polillas
recorridos de humores de asfalto

en cien años acabarán con los árboles
con los recuerdos que revolotean
en las cabezas de los viejos

y a pesar de su absurdo son nuestros dueños
viviendo en el incesante pavor cerval
de que les matemos

miran atrás en cada esquina
se rodean de esbirros
observan con duda cada bocado
y cada noche sueñan
que miles de nuestras manos les despedazan