guardé los siguientes silencios
aquellos que había robado solitario
en mis paseos por una ciudad sin luces
las ancianas sombras de edificios
sobre paredes colmadas de carteles viejos
la esquina repleta de prostitutas mirándome
aceptando dinero de turistas japoneses
grata y estimulante la variopinta de calles sucias
proyectada en trucos de carteristas y estafadores
una colección de seres que no son de las afueras
donde los nativos procuran su mortal pervivencia
en la urbe proliferan bazares humanos
los ciudadanos juegan a la languidez de una moral promiscua
a la luz de la mirada de asombrados curiosos