un
caimán cercenado en los muslos
y la
piel remendada con sogas
arrancadas
de la cama con las manos
la
condena primitiva cubierta de sudor desnudo
las
respiraciones apiladas ceremoniosamente
antes
de resbalar del cansancio
por
los brazos en prolongación escogida
es
necesaria la cautela disuelta
para
la práctica de las fijaciones
pies
y zapatos adelantando el trabajo
y
las rodillas alineadas para la tortura ejemplar
una
sola bebida en el otro y ambos verdugos
un
resplandor inigualable y conjunto