llorar sin parar metido en la boca
gritando espuma condenada
por supuesto que canto en la ducha
aunque mañana vaya a perder la piel
por lo contrario
el olor a limpio del deseo
(caleidoscopio perturbado
que especula el horizonte)
es un ataque de licor que se pierde
masticando sardinas sorprendidas
el enfermo viaja a su manera a otra vida
sin saliva ni temblores
la prisión de los días enteros
es la anécdota de un consuelo terrible
Foto: Museo
Nacional Reina Sofía