evadir las ausencias de los tableros


violines impermeables que gritan
cerca de las vidas canallas
que duermen rabiosas y a oscuras
sobre despiadadas vivencias

es el precio de la profesión brusca  del filósofo

las dudas se arrastran debajo de la cama
absolutamente exaltadas, perfuman sus ramos
que no retornan jamás al suelo

y se duerme mejor con toda la sangre metida dentro
contentos y húmedos como los vivos
pasando las tardes amoratados por pantallas

nos rendimos al agua que nos tiran
y pagamos las torpes promesas promiscuas

cambiamos de ojos como si fuéramos ceremonia
acatando insensatez y un gris ahogado

los párpados son testigos del miedo permanente a todo
son lo más cobarde de nosotros
huyendo mientras contemplan el peligro