la
difteria de la primavera junto a la puerta
la
coincidencia, que jamás fue virtuosa
y la
cabalística como filosofía
no me
queda más remedio que conmover discusiones
arrasar
con los retratos
practicarle
una traqueotomía a lo que nos queda
para que
pueda soportar el aceite hirviendo en la cara
así,
con la
modesta sospecha,
con la
supervivencia asegurada como las ratas,
podemos
volver a beber un poco de aguardiente
de las
manos de ese vedanta, enfermo optimista
que nos
habita en las trincheras de la piel